sábado, 10 de agosto de 2013

Sinópsis _ Mujercitas







El 30 de septiembre de 1868, la escritora estadounidense Louisa May Alcott dio a conocer una novela titulada “Mujercitas", a través de la cual cautivó a lectores de todas partes del mundo con la historia de cuatro hermanas que crecen durante la Guerra Civil que tuvo lugar en Estados Unidos entre 1861 y 1865. Este libro que, con el paso del tiempo, se convirtió en un clásico de la literatura, cuenta las vivencias de los March, una familia marcada por las obligaciones laborales. Mientras su padre está lejos del hogar sirviendo al ejército, las hermanas Meg (una bella joven que trabaja como institutriz y se destaca por ser la más responsable de las hijas), Jo (una apasionada de la escritura que dedica su vida a ayudar a las personas carenciadas), Amy (la más vanidosa y conflictiva) y Beth (quien se destaca por su timidez y su talento para tocar el piano) conviven con su madre, una ama de casa solidaria que intenta moldear la conducta y la moral de sus descendientes. En ese contexto, las protagonistas comenzarán a mostrar tanto sus virtudes como sus defectos y vivirán experiencias que les permitirán crecer, madurar, conocer el amor, enfrentar situaciones difíciles y conocer las presiones de la vida conyugal y del mundo exterior. Cabe destacar que “Mujercitas", un relato creado a partir de algunas experiencias personales de su autora, no sólo fue traducido a una gran cantidad de idiomas sino que inspiró la puesta en marcha de varios proyectos alejados del mundo literario. Little Women, como se tituló en inglés, nos habla de cuatro historias particulares enmarcadas dentro de un contexto difícil como fue el de la Guerra Civil de los Estados Unidos. Publicada en 1868, Mujercitas se convirtió en todo un éxito para la época, y sus secuelas no se hicieron esperar. Aquello que Louise M. Alcott nos muestra es la vida de cuatro niñas de la ciudad de Concord (Massachussets) que durante el transcurso de la historia el lector verá convertirse en mujeres. Basada en las propias experiencias de la autora, Alcott consigue conectar con los gustos del público de la época sin renunciar a algunas transgresiones que hoy pueden pasar desapercibidas. Hay que tener en cuenta que en aquellos años eran muy populares los manuales para enseñar a las niñas y adolescentes a convertirse en “señoritas". Los aleccionadores textos eran un compendio de consejos y represiones varias, pero una lectura muy demandada por las féminas. La autora sigue esta misma línea: las niñas, a través de las lecciones de la vida, de las decepciones y de los éxitos, verán cómo sus defectos de carácter (fuertemente marcados en la novela) se irán limando hasta poder decir que se han convertido en mujeres maduras. Dichos defectos constituyen el rasgo que las ata a la infancia y que no deja que puedan crecer. Pero, al mismo tiempo que la autora juega con los cánones de este tipo de literatura, también incluye algunos  elementos interesantes.El primero de todos es el hecho de crear un universo femenino donde el elemento masculino es débil. Los hombres nunca serán estandartes de autoridad, ni siquiera tendrán mucha voz. No en vano el padre está ausente del hogar la mayor parte del tiempo, estableciéndose todo un sistema de matriarcado donde las mujeres gestionan su propia cotidianeidad. La escritora realiza una radiografía de lo femenino, tal y como ella lo entendía. La Señora March, la madre, es el elemento fuerte, la protectora moral y física de esa casa. La hermana mayor, Meg, heredará los modelos de conducta adecuados para una mujer, pero le perderá su mayor defecto: la vanidad. Beth es la víctima, la niña frágil, enferma y callada. Amy es la más bella pero también la más egoísta. Finalmente está Joe, la protagonista de la novela, que sería aquella que más se asemeja a la propia autora. Intelectual, decidida y apasionada, su defecto es el orgullo.Pese a ser tan distintas, si algo tienen en común estas mujeres es su carácter benefactor. Todas ellas estarán, en mayor o menor medida, relacionadas con las obras caritativas de la ciudad de Concord. Así, Louise M. Alcott confiere a su género la capacidad de hacer el bien, la legitimidad moral en muchos casos (esa madre sabia). Pero también el privilegio, y eso es un avance, de que ellas puedan ser contradictorias: buenas sí, pero también egoístas, vanidosas, orgullosas y tímidas. Pese a ser una novela que no profundiza en los sentimientos negativos y pese a tener una buena dosis de religiosidad cristiana,
Mujercitas no deja de ser un paso adelante para la época en la que se escribió.   

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